Imagina que reducimos los 4500 millones de años de vida del Sol, la Tierra y la Luna a un solo año.
Los primeros peces surgieron a finales de octubre. Los mamíferos, a finales de noviembre. Nosotros, como Homo Sapiens, hacemos acto de aparición el 31 de diciembre a las 11.30 de la noche.
Como ves, todas las danzas, tan complejas como bellas, entre la Luna, el Sol y la Tierra ya llevaban un poco de tiempo haciendo la suya antes de que unos parientes nuestros decidieron emigrar de África y extenderse por la Tierra. Casi todas las formas de vida que quisieran adaptarse a la tierra vivían en sincronía con los movimientos del Sol y de la Luna. No era cuestión de elección, era cuestión de vida o muerte.
Ahora, te pido que vuelvas a hacer un ejercicio de imaginación y que esa media hora que lleva aquí el Homo Sapiens (unos 300.000 años según apuntan la mayoría de paleontólogos) la vuelvas a reducir a un año. El primer calendario que se conoce (un monumento mesolítico en Aberdeenshire) aparece el 6 de diciembre (8000 aC) y los signos del Zodíaco surgen a Babilonia hacia el 24 de diciembre (700 a.C).
Todo este ejercicio es para tomar conciencia del poco tiempo que hemos coexistido con calendarios.
700 años más tarde de la aparición de este calendario, con el nacimiento de Jesús comienza una avalancha de eventos destinados a borrar lenta pero inexorablemente el culto a la Madre Tierra, a la Luna y al Dios Sol. Mientras otros calendarios se basan en la luna, los romanos crearon un calendario solar que ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de los siglos. Las semanas y los meses rigen nuestras vidas, y si bien es cierto que su origen se debe a los ciclos lunares, no cuesta mucho observar que hoy en día, tanto meses como semanas revelan una total asincronía con la luna.
Así como el cristianismo construyó muchos de sus templos en lugares sagrados para el paganismo, así también lo hizo con sus fiestas, que coincidían con los puntos álgidos e intermedios a lo largo del año (solsticios y equinoccios), sustituyéndolas por fiestas cristianas y moviendo la fecha de celebración.
Esta asincronía también se da con el inicio del año, ya que el año solar comienza con el solsticio de invierno (normalmente el 21 de diciembre) y no el 1 de enero.
Vivimos llenos de imposiciones y de normas.
Vivimos inmersos en un paradigma mental donde el tiempo es lineal y después de un año viene otro, cuando la realidad no es así. Yo no dejo de cuestionarme como vivimos el tiempo. Y cómo podemos hacer para recuperar la Sincronía en nuestro calendario. Nos va nuestra supervivencia si queremos salir de Matrix y descubrir que existe algo que nos conecta a todos los seres vivos, a la Madre Tierra y los demás cuerpos que giran por el universo.